Obsidiana
Diámetro = 30 cm
Colección CA2MFecha de ingreso: 2020CE02024Entrevista con Manuel Prados Sánchez
El proyecto toma su nombre del ensayo El espejo enterrado del mexicano Carlos Fuentes (1928-2012), en el que el autor hace un particular relato histórico de las relaciones culturales entre España y México, sirviéndose de la metáfora del espejo que enfrenta dos realidades, en este caso un espejo en el que se reflejan el Nuevo y el Viejo Mundo. Fuentes, que a su vez había tomado el título de su libro de un poemario del catalán Ramón Xirau (exiliado en México desde la guerra civil española), arranca su narración aludiendo a un hallazgo arqueológico: los espejos de obsidiana encontrados en el complejo ceremonial de El Tajín (Veracruz). Se trata de unos espejos negros cuyo propósito era «guiar a los muertos en su viaje al inframundo» y que para el escritor tendrían un correlato en el arte español con el juego de espejos que el pintor sevillano Diego Velázquez despliega en Las Meninas.
El proyecto El espejo desenterrado se comienza a vislumbrar en 2012, año en que fallece Carlos Fuentes, y parte del estudio de ese objeto peculiar, el espejo de obsidiana (fetiche al que se atribuían cualidades mágicas y espirituales, llegado a los primeros gabinetes de maravillas y curiosidades europeos del s. XVI y XVII), para iniciar una serie de viajes a México con el objetivo de fabricarlo, de modo que se pudieran practicar los gestos y las técnicas que le dieron origen en unos de los escenarios en los que se produjo realmente.
La obsidiana es una roca volcánica de cualidades vítreas que fue empleada de forma profusa en Mesoamérica. La facilidad de su manufactura y sus afilados bordes permitieron la fabricación de herramientas y armas, pero además su atractivo brillo, reflexividad y característico color negro motivaron la producción tanto de artesanías y piezas ornamentales como de obras de arte y objetos singulares de carácter votivo o ritual. Sobre la fabricación y el uso del espejo de obsidiana existen interpretaciones diversas y hasta contradictorias, pero genéricamente, por su color, ha sido asociado a las artes oscuras, y por su reflexividad a la adivinación y las visiones del más allá.
Viaje, reflejo y visión son las claves que inspiran el presente proyecto. La investigación que lo sustenta se realiza en colaboración con el historiador sevillano José Julio Zerpa, radicado en Guadalajara, México, a partir de dos líneas de trabajo: una, sobre el propio material, la obsidiana, desde una perspectiva geológica y etnohistórica, atendiendo a la minería prehispánica y actual de esta roca en México; y otra, sobre el espejo de obsidiana y sus mitos, a través de la Historia del arte y las artes populares.
Se establece como zona de estudio el Occidente de México, y se trabaja particularmente en el entorno del volcán Tequila, en la región Valles de Jalisco, por ser una zona de reciente actividad volcánica y porque existe un vestigio prehispánico en el lugar, la cultura Guachimontones, que atestigua la existencia de minería de obsidiana y su empleo para la creación de armas, joyas y objetos rituales antes de la Conquista. Se trata además de una cultura que, caracterizada por sus pirámides redondas, se ha entendido como antagónica a la cultura azteca y su imperio, cuya cosmogonía ha monopolizado las visiones del México precolombino, incluyendo el relato mitológico de la obsidiana.
En estrecha En estrecha colaboración con arqueólogos, historiadores y geólogos de la Universidad de Guadalajara y artesanos lapidarios de la región, se trazó y recorrió la ruta que debió seguir el material desde la cima del volcán hasta los valles en los que fue manufacturado, y se realizaron tres espejos de obsidiana con material recogido en la zona: un espejo de obsidiana plateada, un espejo de obsidiana negra con incrustaciones de sílex y un espejo de obsidiana negra. Este último, con la forma y proporciones de un ejemplar que alberga el British Museum de Londres, es al que alude este dossier y que ha sido incorporado a la Colección de Arte Contemporáneo de la Comunidad de Madrid en octubre de 2020.
En el proyecto confluyen, con las propias del arte, distintas prácticas y poéticas, como la arqueología experimental (que trata de reproducir las condiciones y las técnicas con las que se manufacturaron artefactos arqueológicos y, mediante ellas, recrearlos), la literatura de viajes o el viaje como práctica estética.
En paralelo a la producción material de los espejos y al registro de la experiencia, se trató de aprehender el universo mitológico que encerraba el espejo de obsidiana siguiendo el rastro que había dejado en una serie de obras de arte producidas tanto en América como en Europa desde el siglo XVI hasta la actualidad. Así, se descubre al también sevillano Bartolomé Esteban Murillo practicando una insólita operación sincrética al pintar sobre placas de obsidiana traídas de México su personal visión del Evangelio en el s. XVII o al poeta mexicano Octavio Paz cantando tres siglos después al trágico destino de la diosa Itzpapálotl, mariposa de obsidiana, imagen de la diosa madre hoy integrada en el culto a la virgen de Guadalupe.
La exposición trató de dar cuenta del proceso vivido, marcado por la búsqueda de un reflejo veraz más allá del espejismo, por el afán de encontrar un destello en el reino oscuro de la tierra que permita alumbrar la historia propia y el presente compartido.
Texto: Manuel Prados