Marina VargasGranada, 1980Apolo Hile2015EsculturaModelado

Poliéster blanco [Resina]
Poliestireno expandido
Poliuretano
Pintura rosa [Pintura de sílice y pintura de esmalte.]

 

Altura = 80 cm; Anchura = 80 cm; Grosor = 66 cm

Colección CA2MFecha de ingreso: 2020CE02039

Texto de la autora:

Apolo Hile es una obra que pertenece a mi proyecto escultórico «Ni Animal Ni Tampoco Ángel», que inicié en el 2015.

Ni Animal Ni Tampoco Ángel cuestiona los cánones grecorromanos que hemos establecido como verdades dogmáticas e interrogándonos sobre los símbolos atávicos que sobreviven en el tiempo gracias a su transmutación en alegorías de poder.

Los vaciados en resina y polvo de mármol que llevo años sacando de modelos de la estatuaria antigua de distintas épocas (desde el mundo grecolatino, al Barroco o el Neoclasicismo), suponen una revisión de la disciplina en clave irónica, feminista y deconstructiva, mediante la cual, desmantelo el discurso hegemónico del canon y de los relatos culturales que la tradición, el poder económico y la política han perpetuado a lo largo de la Historia.

El punto de partida de semejante envite desmitificador son los referentes canónicos que han ilustrado tanto la Historia del Arte como la de ideas estéticas y culturales, y que a lo largo de los siglos han perpetuado imágenes memorables de perfección y belleza a imitar, siendo repetidos en Occidente como fuente inagotable de referencia desde la Academia.

Exportándolos incluso al resto del mundo como una iconografía universal bajo la que se englobaba una idea única del mundo, dogmática e impositiva. Pero envueltos en la espuma rosa endurecida con poliurea, estas mismas figuras de seriedad y rectitud ideológica se vuelven de golpe ambiguas, quedan ocultas, o caen del pedestal-a veces literalmente-, dejando en suspenso la intención de su antigua claridad moral y estética.

La acción que las afecta no las desgasta, como la erosión del paso del tiempo, sino que por el contrario las envuelve, encubre y termina asfixiándolas: se trata de un ataque. Aunque no queda claro al espectador si el origen es vandálico, fruto de la ciencia ficción o de una terrible humorada. La masa sanguinolenta de la cual deriva la hipertrofia y el desorden de la forma, cabe ser interpretada también como una enfermedad, una suerte de metástasis que ha inoculado en el centro mismo de nuestra genética cultural.

Frente al control de las ideas por la vía de la proporción y la perfección, tenemos aquí lo informe, lo grotesco, lo monstruoso; y un buen número de categorías «negativas» de la estética irrumpen aquí para acabar tumbando estos ídolos, astros fríos de nívea belleza, de maravillosa claridad, que nos recuerdan en su convulsión agónica que pertenecen a un orden y un tiempo al cual ya no pertenecemos

 

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